Del ‘cuello de botella’ a la trazabilidad inteligente

Textil Santanderina invierte cada año en innovación para convertir necesidades en ventajas competitivas, mantenerse a la vanguardia del sector y ofrecer un valor añadido a sus clientes en todo el mundo

 

Textil Santanderina logró convertir una fuga de eficiencia en su cadena de producción en el premio Quality Innovation Award QIA, uno de los galardones internacionales más destacados a la innovación empresarial. Los directivos de la firma cántabra detectaron que, irremediablemente, se formaban ‘cuellos de botella’ en algunos cambios de turno debido a modificaciones manuales que no se notificaban adecuadamente. Esto obligaba a técnicos y, en ocasiones, supervisores a dedicar dos o tres horas semanales a buscar las órdenes de producción extraviadas, mientras las máquinas permanecían en espera. Eso sin sumar los tiempos de inventariado en el almacén, teniendo que comprobar uno por uno todos los códigos de barras. Un agujero de tiempo y costes que no se podía permitir una empresa centenaria con más de 300 trabajadores, capaz de producir más de 26 millones de metros de tela al año, con un facturación anual de más de 60 millones de euros y que abastece a firmas como Inditex, Pepe Jeans y Mango.

Para solucionarlo se puso en marcha hace ya cuatro años el programa de I+D+i conocido como SICABA, precursor de una oleada de transformación digital en Textil Santanderina que le ha permitido no sólo mantener su status en el mercado, sino controlar todos sus procesos productivos con más precisión, ofrecer a sus clientes un servicio en tiempo real y cumplir con sus objetivos de sostenibilidad.

El camino de la compañía hacia la excelencia innovadora requirió un plan estratégico, un estudio de las deficiencias y demandas del presente, así como un análisis de objetivos, costes y la elección final de la tecnología que se incorporaría a la empresa. Como en todo proceso de transformación y apuesta por el I+D+i, lo primero que se cuestionaron en Textil Santanderina fue su situación actual: ¿Cómo estamos? ¿De qué tecnologías disponemos ya? ¿Qué carencias tenemos?

 

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En este caso, el control total de la trazabilidad del producto era la cima que se quería coronar. El reto consistía en informatizar la evolución del proceso desde que la materia prima entra en el almacén hasta que se transforma y el producto final sale de la fábrica. Todo eso en tiempo real, ahorrando papel y dinero en la documentación física y acabando con las tediosas comprobaciones visuales que multiplicaban la ineficiencia de la cadena de producción.

Con ese objetivo claro, lo importante en el siguiente paso era encontrar la mejor tecnología para hacerlo: anticiparse para no quedarse obsoleto en seis meses, pero sin arriesgarse con un sistema sin futuro a corto plazo. La eficiencia energética y el tipo de instalaciones de las que disponía dirigieron la mirada de Textil Santanderina hacia el balizamiento RFID. Por llevarlo al lenguaje común, sería como el hermano mayor de los códigos de barras. Una red de microchips que ofrecen información en tiempo real a través de ondas de radio, sin necesidad de que un operario esté delante del producto. Es el sistema más rápido para identificar y localizar de manera automática cualquier producto, lo que mejora notablemente la gestión integral de un almacén.

Pero antes de implementarlo Textil Santanderina lo pasó por el filtro de un análisis de costes. ¿Merecerían la pena las ventajas competitivas? Sí. Y no tardaron mucho en dejarse ver. Ganaron en agilidad, velocidad, control de costes y de producción y, además, con la posibilidad de ofrecer al cliente un nuevo servicio con acceso en tiempo real a la información de la trazabilidad del producto. Y un valor añadido: permitió demostrar a sus clientes, de un modo ágil, la certificación de origen de la materia prima con la que trabajan.  

 

La apuesta por el I+D+i, la transformación digital y la evolución tecnológica se consolidaron en este caso como una gran oportunidad para aumentar la eficiencia y el rendimiento de los procesos, aportando una ventaja competitiva, y ayudando a Textil Santanderina a mitigar y reducir el enorme impacto que llegaría, después, con el COVID19 en la actividad económica, sumado a la guerra de precios del gigante textil asiático y al aumento de los costes de la materia prima. Pero también se convirtió en un gran aliado en esa búsqueda de la sostenibilidad y de reducción de la huella ambiental que la empresa cántabra se esfuerza por conseguir.

Por todo eso, la compañía no cerró con el proyecto SICABA su órdago innovador. En los últimos años ha inyectado alrededor de 15 millones de euros para acelerar su llegada a la industria 4.0, equipando sus fábricas con sistemas de digitalización e Internet para ganar trazabilidad y transparencia en toda su cadena de valor. El último sprint en esta carrera hacia el futuro es el proyecto loT. El ‘Internet of Things’, que ya está en nuestras casas cuando interconectamos la luz, la nevera o la televisión con nuestro teléfono móvil. O en nuestra ciudad, cuando chips enterrados en el asfalto nos ayudan a encontrar aparcamiento o a gestionar mejor los tiempos de los semáforos. En Textil Santanderina, esta arquitectura software permitirá digitalizar y automatizar la captación de datos de toda su cadena de valor, es decir, desde los procesos productivos de hilatura, tejeduría y tintes y acabados, a los aspecto medioambientales de las operaciones (consumos de agua, emisiones de CO2…) y el dominio financiero (gestión de gastos de producción, pedidos, almacenes, material primas…) de toda la compañía.

Santanderina se ha apoyado en empresas tecnológicas locales para cubrir cualquier necesidad de conocimiento especializado que pudiera surgir en el proceso de implantación de estos proyectos. Para materializar SICABA se apoyó en SAYME y TST, entre otras, para la propuesta inicial, y finalmente SAYME fue la que propuso la solución elegida para el balizamiento. También buscaron la colaboración de AMBAR para la gestión de las instalaciones de red. Ni siquiera un gran grupo como Santanderina, con su propio departamento de I+D+i, puede desarrollar en solitario todos sus proyectos de innovación. Aunque finalmente incorporaron a su plantilla a un ingeniero de Telecomunicaciones para desarrollar el software RFID y Barcode, la colaboración de empresas cercanas y experimentadas permitió a la compañía textil aterrizar con garantías estos proyectos de alto nivel tecnológico, creando además sinergias de gran valor para este sector estratégico en Cantabria y generando negocio a otras empresas locales.

 

El conocimiento obtenido con este proyecto será transferido a otras empresas del Grupo Santanderina, lo que permitirá el desarrollo de la tecnología 4.0 en las diferentes factorías de la compañía. Así, la firma con sede en Cabezón de la Sal se presenta como abanderada de la inclusión de tecnologías de analítica avanzada para la gestión eficiente y la obtención de un producto trazable. Es decir, entiende la innovación como un instrumento de mejora de la productividad y la competitividad, para hacer más rentable el negocio, ofrecer un mejor servicio y para dar respuesta a los desafíos globales a los que se enfrenta el sector, como su impacto sobre el medio ambiente.

Una de las conclusiones más interesantes a las que llegaron tras los diferentes estudios de viabilidad realizados es que la innovación es rentable en cualquier empresa independientemente de su tamaño. Existen paquetes de proyectos dentro de Textil Santanderina que podrían funcionar en una pyme de seis empleados. Simplemente se trata de identificar las tecnologías que aporten un valor. Y, claro, tener siempre en cuenta la opción de compartir el riesgo con subvenciones y ayudas que la Administración pública ofrece cada año para las inversiones privadas en I+D+i. Mucho más cuantiosas proporcionalmente para las pymes que para las grandes empresas. Textil Santanderina, por ejemplo, ha presentado su proyecto de Inteligencia Artificial a la convocatoria de ayudas europeas con el objetivo de financiar, como máximo, el 22% del coste. Para una compañía de 10 o 15 trabajadores, las ayudas locales o estatales pueden llegar hasta el 70%.

 

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